I.E.S. Graham Bell
En esta ocasión vamos a reflexionar someramente sobre algo que ha estado presente, casi de manera obsesiva durante este año, por razones evidentes en los medios de comunicación, me refiero al Camino de Santiago. No se trata de elaborar una guía al uso, ni de comentar uno de los innumerables libros o revistas que sobre el Camino el lector puede encontrar en cualquier librería o quiosco de prensa. Quien esté interesado en el recorrido, puede y debería acudir a la numerosas bibliografía que hay sobre el tema, consultar en Internet, o acudir a las distintas Asociaciones de amigos del Camino de Santiago, donde les informarán, podrán obtener la credencial de peregrino y si lo desean comprar algunos libros con diversos itinerarios.
Una de las preguntas más habituales suele ser dónde empieza el Camino. El camino como bien saben quienes lo han recorrido comienza en la puerta de la casa del peregrino. Incluso mucho antes, cuando comenzamos a preparar el viaje y nos informamos, leemos sobre su historia, leemos sobre las experiencias de algún viajero y preguntamos a conocidos sobre su propia experiencia. Los preparativos del viaje, son una parte emocionante del mismo, desde ese momento comenzamos a viajar con nuestra imaginación, a recrearlo, a desear su encuentro.Hacer el camino es una experiencia recomendable y que a nadie le resultará indiferente.
Sus efectos operan tanto física como emocionalmente y espiritualmente.
Muchos comienzan el camino por motivos religiosos o espirituales, otros por el reto deportivo de superar en un número determinado de días todo el recorrido y otros movidos por la curiosidad de conocer el acervo cultural que «esconde».Al final, raro es que las tres variables no acaben unidas.
La primera lección que nos regala el camino es el paralelismo que hay con la propia vida. Suele ser habitual comenzar con una mochila cargada de cosas que pensamos resultarán indispensables: linternas, todo tipo de ropas, productos variados de higiene de diverso tamaño, algún libro, cartas, un pequeño aparato de música,( ya se sabe para la noche, por si me aburro), un botiquín que haría la envidia de cualquier hospital de campaña y así un largo etcétera.
A medida que avanzamos y pasan los primeros días y kilómetros nos damos cuenta del enorme peso que nos lastra, que nos hace incomodo el camino y que supone un esfuerzo añadido para nuestros doloridos pies, que comienzan a llenarse de ampollas.
Comenzamos a soltar lastre, sin embargo la primera vez suelen ser pocas cosas, pues nos da reparo después de haberlas llevado consigo desde nuestro domicilio renunciar a ellas. El camino continua y nuevamente el peso se convierte en una obsesión, «debo aligerar la mochila como sea», y nuevamente comenzamos a desprendernos de objetos que ya no parecen tan indispensables. La obsesión llega a ser tan grande que cambiamos la linterna inicial de tamaño medio por una linternita de llavero que funciona con una sola pila(suficiente para alumbrarnos si por la noche en el albergue tenemos que levantarnos), dejamos de recoger los folletos publicitarios de los monumentos que visitamos pues al final supera con creces el kilo y si los recogemos, vamos enviándolos a casa junto con los carretes llenos de fotografías , llegando incluso a maldecir a la cámara fotográfica y a la hora que se te ocurrió llevarla.
He visto cambiar a muchos de mochila y de saco de dormir por otros mucho más ligeros, dejar ropa en los albergues e incluso como me ocurrió a mí dejar la colchoneta en algún albergue.
Al final nos damos cuenta que realmente no necesitamos tanto, que todo es superfluo. Hay pocas cosas realmente imprescindibles para hacer el Camino de Santiago y para recorrer el camino de la vida. Cuantas más cosas lleves mas pesado, mas atado te encontrarás y así según pasa la vida percibes lo realmente importante, las cosas que no te atan, las que llevamos y no pesan, las cosas que se llevan en el corazón y en la cabeza, lo que nadie te puede quitar. Cosas que realmente se valoran cuando ya tienes experiencia en los dos recorridos.
Rosa, una peregrina con la que coincidí durante un tramo, me contó que haciendo el camino era feliz porque solo necesitaba un cepillo de dientes.
En el camino, al igual que en la vida, vas conociendo a nuevas personas, de todas partes, y de toda condición, el destino te une durante varias jornadas, pero muchas veces, cada uno lleva su propio ritmo, alguien se queda rezagado, toma otras vías y ya no volvemos a coincidir. Otras veces, a las personas que dejamos por el camino las volvemos a ver en otros albergues varias jornadas después con la consiguiente alegría y comentamos las jornadas pasadas. Incluso no llega a ser raro volver a ver al final en Santiago a aquellos que dábamos por perdidos.
Muchas veces el camino nos depara momentos tristes, especialmente cuando alguien con quien hemos coincidido durante varias jornadas tiene que abandonarlo por alguna lesión o porque su tiempo, por ese año, se ha acabado.
Una cosa se repite constantemente y se escucha a casi todos los peregrinos : » El camino engancha». No es raro comprobar como bastantes peregrinos, o bien repiten año tras año parte del camino o incluso el camino completo tal como escuche a Cote un peregrino de Cantabria con quien coincidí saliendo de Villafranca del Bierzo camino del Cebreiro, y que terminamos en Santiago, todo un caminante curtido en kilómetros y kilómetros.
Otros desearían emplear desinteresadamente un tiempo de sus vacaciones como hospitaleros para ayudar a los peregrinos y así devolver al camino parte de lo mucho que han recibido en experiencia y compañía; y cómo no, incluso una peregrina contaba que estaba dispuesta a dejar su trabajo actual como funcionaria en Cataluña y emplear sus ahorros para crear algún albergue.
Podemos empezar el recorrido en compañía o solos, de todos modos que nadie posponga el viaje si no cuenta con compañía. Se puede empezar solo y en el camino vas conociendo a todo tipo de personas, incluso aprendemos a disfrutar de nuestra propia soledad y rodeados de la naturaleza y el caminar sin pausa comenzamos a vaciarnos por dentro. Los pensamientos fluyen y muchas tensiones emocionales acumuladas durante el año, por fin son liberadas.
No es raro observar que muchas veces quienes hacen juntos el camino y después de compartir de veinte a treinta días caminando, al final la experiencia puede hacerles replantear sus relaciones. O bien continúan más unidos o por el contrario la relación ya no vuelve a ser la que era. Son demasiados días, demasiadas esperas, ritmos diferentes, gustos diferentes, percepciones distintas y eso al final acaba por aclarar situaciones confusas.
De todos modos suele ser el deseo de unir más a dos personas o a un grupo, lo que lleva a muchos a iniciar el camino en compañía. Recuerdo que en el albergue de Artieda(Aragón), los días que tuve que pasar varado, por culpa de una lesión en el píe derecho un matrimonio alemán con su hijo, nos comentaba que hacían el camino porque en los días que llevaban juntos compartiendo su tiempo y vicisitudes habían hablado más que en cuatro meses en su casa; siempre ocupados en todo (amigos, trabajo, ocio, televisión …) menos en ellos mismos. Este vivir con prisas, enajenado, creo que nos ocurre con frecuencia a muchos y el camino, al igual que a la pareja de alemanes seguro que nos puede ayudar a centrarnos.
Si disponemos de tiempo, lo ideal sería realizar todo el camino o bien un tramo largo del mismo ,entre otras cosas porque físicamente superamos el cansancio de los primeros días y ya con el cuerpo curtido la caminata se torna cada vez más placentera, hasta llegar un momento en que deseamos caminar, nos cuesta creerlo pero es como si hubiésemos nacido para caminar sin tregua y sonreímos al recordar nuestras pasadas dificultades.
Dependiendo de las capacidades y entrenamiento de cada persona, normalmente a la décima jornada , el caminar se convierte en rutina para los píes y a los veinte días te has convertido en un devorador de kilómetros.
Otro de los aspectos positivos para decidirnos por un itinerario lo más largo posible, radica en que vamos percibiendo todos los cambios de paisaje, de la montaña al valle, del valle a la meseta, del bosque frondoso al páramo.
Resulta espectacular comprobar como van cambiando los cultivos y en especial, recuerdo con sorpresa el paso de La Rioja a Castilla, pues como nos podemos imaginar cambiamos el vino por el pan como suele decirse sin solución de continuidad. Al seguir avanzando jornada tras jornada, no solo cambian los cultivos, sino también los ganados,
dejamos los numerosos rebaños de ovejas que a duras penas se pueden proteger del sol ocultando sus cabezas, por rebaños de plácidas vacas.
En definitiva todo un espectáculo para la vista, toda una lección de geografía y de historia en tres dimensiones, cuántas creencias erróneas vamos soltando como si fuesen un pesado lastre, que placer descubrir de nuevo la vegetación del páramo.
De los pinos a los olmos, robles y encinas y de estos a los mágicos bosques gallegos con sus centenarios y amigables castaños, auténticos testigos milenarios de los sufrimientos y alegrías de los peregrinos, maravillosas catedrales vegetales que nos anticipan con susurros el bosque de piedra al llegar a la meta.
Del mismo modo que van cambiando los paisajes, el acento, la salsa con la que se guisa el idioma también cambia de tono, en poco tiempo se escuchan melodías diferentes, a las que hay que sumar nuevos idiomas, tanto españoles como extranjeros pues son innumerables las gentes que buscan llegar a Santiago, de todos los rincones del mundo. Todo esto convierte nuestras jornadas en una oportunidad única para dejar nuestra timidez y lanzarnos a practicar otras lenguas, pues los deseos de comunicar y de ayudarse es la tónica general en el camino.
Hablando de comunicarse, quizá al peregrino le resulte extraño que muchas veces cuando pasa por las calles de un pueblo y saluda, no recibe respuesta, al principio nos inquieta, pero hemos de ser conscientes, que los vecinos llevan años y años viendo pasar cientos y cientos de peregrinos y contestar aunque sea un escueto «buenos días» a riadas de personas anónimas a las que además, posiblemente nunca volverán a ver, llega a minar la paciencia de un santo. Como siempre la prudencia , mejor saludar cuando corresponda y no por sistema.
También hemos de considerar que no es oro todo lo que brilla. A lo largo del recorrido es posible encontrarnos con algún que otro sujeto que pretende » hacer su agosto » a costa de los peregrinos, desde inflar los precios de las mercancías, hasta situarse a la entrada del pueblo, haciéndose los despistados y señalando a todo peregrino que llega el camino para atravesar el pueblo. Curiosamente, si se siguen sus indicaciones acabaríamos pasando justo delante de su comercio y desviando de este modo a los posibles clientes de la competencia. Mucho cuidado; por los alrededores del Río Pisuerga, hay un pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme.
Resulta curioso que sobre determinadas prácticas un poco dudosas, ya se ocuparan detalladamente en las Partidas de Alfonso X finalizadas hacia el 1263 donde se protege a los peregrinos para que puedan disponer libremente a la hora de hacer su testamento cuando «los peregrinos et los romeros andando en sus romerias» enfermaban, de lo que había que hacer con los bienes de un peregrino o romero si fallecía sin testamento y curiosamente en la Ley XXVIIª se manda a los hosteleros, albergadores y marineros para » …….que les vendan todas las cosas que hobieren meester por aquellos pesos et por tal prescio como lo venden á los otros que son moradores en cada un logar de nuestro señorío ….»
Si alguien está ya pensando en hacer el camino, seguro que estará pensando en el equipaje que debe llevar. Pues bien aunque ya mencioné que no trataba de dar una guía al uso pues existen en el mercado, como ya mencioné, numerosos libros y revistas con consejos muy útiles, si les diré lo que llevaba:
Una mochila impermeable y muy ligera.
Una amplia capa de plástico muy ligera para el agua, si la compramos en una tienda especializada en actividades deportivas, podemos comprarla de tal manera que podamos hacer con ella un pequeño refugio( ayudados por una cuerda y los bastones ) y protegernos si llegará el caso, de extrema necesidad, del sol o de la lluvia.
Tres pares de calcetines
Tres calzoncillos
Un pantalón largo y ligero, transpirable
Un pantalón corto ( con el que descansar después de la caminata) y más ligeroUnas zapatillas especiales para caminar muy ligeras (no obstante en el calzado debemos ser lo más cuidadosos y llevar uno que ya esté domado y de buena calidad para que los pies no sufran, con buena amortiguación) y unas plantillas de repuesto.
Dos camisetas(evidentemente ligeras)
Una gamuza pequeña para que haga las funciones de toalla
Dos chancletas de ducha muy ligeras (cuando acabamos la jornada, necesitamos que los pies tengan su merecido descanso, además un buen masaje en ellos no vendría mal)
Una gorra de tela muy ligera, que nos cubra parte de la cara según la vamos ladeando a medida que «cambia» el sol.
Un saco de dormir muy ligeroUna cantimplora muy ligeraEvidentemente con esta indumentaria solo es posible cuando hacemos el camino en verano.
Una cuerda de naylón fina pero muy resistente de cuatro metros (puede hacer los usos de tenderete, atar algo que se rompa, etc.)
Una bolsa de basura grande, si tenemos la mala suerte de sufrir una brutal tormenta de verano, meter la mochila, las botas, los calcetines, la ropa, y quedarnos con lo imprescindible, con la capa y las chanclas. La postura no es muy heroica, pero cuando todo pase, estaremos secos y felices.
Una brújula, cuchara y tenedor pequeñas, una navaja, un vaso de plástico, una linterna muy pequeña, una pila de repuesto para la linterna, un mechero, una cajita de imperdibles (harán la función de pinzas para la ropa entre otras cosas) y los planos con el itinerario del camino.
Una pequeña cámara fotográfica.
Como botiquín : un bote de líquido desinfectante, unas bolsitas de gasas, unas tijeritas, un par de vendas, esparadrapo, agujas e hilo, las necesitaremos para «cosernos » las ampollas, es decir atravesarlas con la aguja e hilo desinfectados y dejar un trocito de hilo por los dos extremos, así cuando caminemos el líquido puede salir y de este modo secarse, a la vez que va saliendo una piel nueva.
También unas tablillas como las que venden en las farmacias cuando nos inspeccionan la boca. Las necesitaremos por si acaso nos lesionamos los tendones y es necesario presionarlos un poco con la venda.
Si me gustaría hacer algún comentario más sobre el utillaje. Tradicionalmente observamos la imagen del peregrino acompañado de su bastón, lo que se denomina el bordón. Nos servirá como ayuda para caminar al ir apoyándonos en cada paso que damos y para disuadir si llegara el caso, a algún perro con malas pulgas.
A lo largo del camino no faltarán tiendas donde podamos adquirirlo. Los hay de muchos tamaños, hay que tener cuidado pues uno demasiado grande y pesado , puede llegar a convertirse en un estorbo.
Recuerdo una anécdota de un peregrino que para evitar que un pie dolorido se le hinchase más todavía cuando caminaba, se compró un magnífico bordón , pero resultó ser demasiado grande y pesado y al final se le acabó abriendo la mano.
No obstante aunque sea romper la imagen tradicional, yo opté sustituirlo por un bastón plegable de los que usan los montañeros, mejor dicho, por dos. Cuesta un poco al principio aprender a caminar con dos bastones, algo parecido a practicar el esquí de fondo, pero les aseguro que contar con cuatro puntos de apoyo cunado bajamos una montaña de varios kilómetros ( de Somport a Jaca por ejemplo ) nos puede evitar lesionarnos las rodillas (lesión muy frecuente entre los caminantes), en las pronunciadas bajadas, máxime cuando vamos con un peso extra y por el contrario, en las subidas seremos imbatibles.
Contar con dos bastones plegables nos permite en el peor de los casos, si tuviésemos una lesión en mitad del campo poder continuar hasta el pueblo más cercano, sin tener que cargar en exceso la pierna lesionada.
Además el hecho de que sean plegables nos permite caminar cómodamente utilizando uno o ninguno.
La mochila es interesante que sea lo más práctica posible, con bolsillos en el exterior, para evitarnos tener que estar abriéndola constantemente y sobre todo que permita llevar la cantimplora, sin que nos moleste al caminar y siempre a mano, de este modo no tendremos que parar para beber agua (supongo).
Por último, señalar que no viene de más un bolígrafo y una pequeña libreta, por si queremos apuntar cualquier dirección, las ciudades y aldeas por las que pasamos, cualquier anécdota, o poder reconocer en su día el nombre del monumento o pueblo o personas que vamos registrando con nuestra cámara.
En lo referente a los productos de higiene, como siempre lo más imprescindible, en mi caso me limité a un cepillo de dientes, un pequeño tubo de pasta dental, una pastilla de jabón de buena calidad para todos los usos posibles, unas cuantas maquinillas de afeitar, crema para protegerme del sol abrasador y un tubo de vaselina pura par untar los pies al empezar la caminata o a medio camino (no deben dudar a la hora de ponerse los calcetines sobre los pies llenos de vaselina, les aseguro que al cabo de dos horas de marcha, no quedará ni rastro de la crema.)
A pesar de todo, les aseguro que muchas personas realizan el camino con muchas menos cosas a sus espaldas, cada uno debe optar por aquello que crea conveniente.
Volvamos por donde solíamos y dejemos de momento la logística.
La primera pregunta que nos hacemos es cuál itinerario seguir pues el Camino de Santiago tiene muchas opciones, todas ellas interesantes. Nuevamente me remito a los muchos libros y guías que se pueden y deben consultar.
En mi caso, me planteé la posibilidad de atravesar España de costa a costa, por lo que decidí comenzar recorriendo el tramo catalán, lo que se conoce como Camí de Sant Jaume de Galícia, que con acierto simbólico tiene su comienzo en Montserrat, y que pasando por Igualada, Cervera, Tárrega y Lérida por citar grandes poblaciones, nos conduce a Fraga y desde aquí, cambiando de forma espectacular de paisaje, nos metemos en los Monegros para arribar en Bujarloz y desde allí llegaremos a Zaragoza, previo paso por Pina de Ebro, Fuentes de Ebro y Burgo de Ebro .
Desde Zaragoza, pasando por Utebo, Alagón, Gallur nos acercaremos a Tudela, no sin antes maravillarnos con el Canal Imperial.
Con Alfaro y Calahorra , como quien no quiere la cosa llegamos por fin a Logroño.
Desde Logroño , enlazamos con los peregrinos que vienen o bien desde Roncesvalles o bien desde Jaca por el camino aragonés y ahora todos juntos nos encaminamos a Santiago de Compostela.
Evidentemente un itinerario de tan largo recorrido nos va a suponer mucho tiempo para poder realizarlo sin prisas, deteniéndonos cuando la ciudad o pueblo que más nos llame más la atención así lo requiera, e ir a nuestro ritmo, disfrutando del camino.
Ante la falta de tiempo disponible, no me quedó otro remedio que realizarlo en dos veces. El primer año partiendo desde el puerto de Somport hasta Santiago y al siguiente año partiendo desde Montserrat hasta Logroño.
Lógicamente renuncio a detallar explicaciones , que otros lo han hecho mucho mejor, sobre todo lo que se puede ver atravesando tanto siglos acumulados.
Lo mejor es que cada uno en función de su tiempo (diez días, quince, un mes ) realice la parte del tramo que quiera y pueda, que se divierta en el camino y para el próximo año, lo retoma donde lo dejó.
Quizá muchos de ustedes estén pensando en realizar el camino en bicicleta, no es mala idea y presenta sus ventajas. En primer lugar avanzamos mucho más rápido y las jornadas, pueden ser mucho más largas. En bicicleta podemos desviarnos de la ruta y emplear un tiempo para desplazarnos unos cuantos kilómetros y ver esa ermita o cueva o monasterio que queda alejada del camino y que caso de ir a píe no nos lo podríamos permitir.
No obstante yo prefiero caminar , el tiempo discurre más tranquilo, permite fijar mejor los recuerdos, hablar detenidamente con otros peregrinos y con los habitantes de los pueblos por donde pasamos.
Además resulta curioso pero el esfuerzo físico que resulta de caminar (la actividad más propia del homo sapiens, del auténtico homo viator) nos produce un efecto liberador, una sensación difícil de encontrar en otras actividades al aire libre.
La marcha humana, la forma natural de desplazarse el hombre es una preciosa sinfonía donde los distintos músculos y huesos que intervienen se han ido afinando durante millones de años.
No hay que esperar al Homo habilis, de hecho, el análisis de los restos óseos de la famosa «Lucy», un ejemplar de Australopithecus afarensis encontrados en 1974 , nos muestra que la marcha erguida, era ya consustancial a estos individuos. Así presenta respecto a un simio unos huesos ilíacos más cortos y también más curvados, lo que hace posible que el glúteo medio, que actúa como abductor sujetando la cadera cuando al caminar nos apoyamos en un solo píe, cumpla mejor su cometido, al posibilitarle una inserción lateral (evitando así ese típico balanceo que presenta un chimpancé cuando camina), es decir la orientación de las fibras musculares tiende a ser paralela al cuello del fémur, cuello que por otra parte era incluso más largo que en los humanos actuales.
Además al igual que nosotros, sus fémures no se prolongaban desde la cadera en paralelo hasta el suelo. Como se puede observar, convergen oblicuamente hacia las rodillas, al igual que nos ocurre cuando permanecemos en la posición de firmes.
Hay otros indicios, como la inserción del cráneo con la columna vertebral (foramen mágnum) que podría permitir a esta especie presentar un cuello con forma bastante vertical, parecido al nuestro. Además tenemos también las huellas fosilizadas en tierras de Tanzania, de homínidos, con una impresión al parecer plenamente característica ya de la posición bípeda. Son el rastro primigenio de lo que bien podríamos llamar el primer caminante.
Caminar erguidos precede a nuestra capacidad intelectual. Si me permiten , bien podría decir que vinimos al mundo como especie, con los pies por delante y así , del mismo modo, lo dejamos como individuos.
Si este «sencillo» acto nos marca como especie, no menos efecto nos produce como personas individuales. Caminar en contacto con la madre Tierra nos da la vida, nos purifica y sana. De hecho son innumerables las aplicaciones benéficas que tiene la arcilla para el cuidado de nuestra salud y belleza.
Basta echar una mirada a los mitos para percibir que todas las culturas han reconocido a la Tierra como digna de alabanza, como fuente de vida.
Todos los descendientes de Gea, la Tierra, obtenían renovadas fuerzas cada vez que entraban en contacto con la tierra.
Anteo que es hijo de Gea y de Neptuno, el dios del mar, morirá a manos del poderoso Hércules solo cuando este levantando con sus manos a Anteo, lo estrangula en el aire, sin permitir que recobrase fuerzas tocando a la tierra.
Lo ideal sería poder caminar descalzos, sentir que formamos parte de la naturaleza y como a través de los pies captamos las fuerzas telúricas y recobramos la calma y la vitalidad.
Suele ser habitual en la medicina natural, recomendar pasear largos periodos descalzos, bien por la orilla de la playa o por el césped.
Nada mejor para un corredor que entrenarse descalzo por la arena y de hecho esto suele ser una práctica habitual en muchos deportistas.
Lógicamente la mayoría de todos nosotros no estamos acostumbrados a caminar descalzos y mucho menos por caminos tan duros como el que comentamos, ni podemos hacerlo en nuestra vida diaria en terrenos urbanizados. Con todo lo ideal sería caminar por la vida con un calzado que no nos aísle del suelo como ocurre habitualmente con las suelas sintéticas. Lamentablemente han quedado muy lejos aquellos calzados de piel que usaban los indios de las praderas.
No obstante he sido testigo de varios peregrinos que iban realizando el camino de Santiago descalzos, realizando pequeños tramos y caminando
Hay además otro efecto importante a tener en cuenta cuando caminamos y sobre todos si lo hacemos con el calzado adecuado. Se trata del profundo masaje que van a recibir nuestros pies. A través de este masaje, de esta estimulación, todo nuestro organismo puede resultar favorablemente afectado.
Todos conocemos el potente efecto físico y psíquico que se consigue con varias sesiones continuadas de masajes en los pies cuando lo realiza una persona especializada y conocedora de la reflexología , disciplina avalada a través de milenios de aprendizaje empírico. Se trata de aprovechar las proyecciones periféricas de los órganos profundos sobre la piel. Es decir, se trata de estimular un área cutánea superficial y así obtener efectos sobre un órgano profundo. Con el masaje reflejo en los pies se pretende estimular todo el organismo y ello es así pues en los pies aparecen reflejados los distintos órganos del cuerpo.
Todas estas explicaciones, que en un principio pueden parecer ajenas al tema central del artículo, tienen como fin buscar una explicación ( de entre las muchas posibles) sobre el efecto catártico y finalmente reparador, que produce una experiencia semejante, sin por ello prescindir de las motivaciones espirituales y culturales de todos aquellos que emprenden el camino.
Evidentemente algo misterioso ocurre, basta recordar que todos los pueblos que por variadas circunstancias se han visto obligados bien por iniciativa propia o por imposición del enemigo a realizar una gran marcha, esta ha quedado grabada en su memoria colectiva de modo perenne.
El pueblo judío con su Éxodo hasta encontrar la tierra prometida, el genocidio perpetrado contra el pueblo armenio a partir de 1915, mediante las largas marchas forzadas durante kilómetros, la gran marcha ( el Gran «Trek» ) de los bóers sudafricanos en 1836 cuando más de 10.000hombres, mujeres y niños, abandonaron la ciudad de El Cabo. La gran marcha , cerca de 10.00 Km., del ejército comunista durante la guerra civil en China y así podríamos citar un largo etcétera. En todos los casos ese continuo caminar dejó una huella profunda en el alma colectiva y las cosas para estas gentes no volvieron a ser las mismas.
Se trata en definitiva de repensar el acto complejo, maravilloso que supone el caminar. Es solo después de considerar que nuestros pies forman al apoyarlos contra el suelo una maravillosa bóveda, una compleja estructura nervada , formada por una cadena de pequeños huesos, cuando nos damos cuenta que las diferentes cúpulas románicas y góticas que vamos disfrutando durante el camino ya estaban dentro de nosotros mismos. Hemos por fin unido al caminar la belleza creadora y ciega de la naturaleza con el arte, lo que está arriba con lo que está abajo, el cielo y la tierra, lo grande y lo pequeño.
Todo esto, no quiere decir que otra gran característica del hombre, como es un lenguaje articulado y muy elaborado no tenga un papel relevante. Encontraremos en muchas de las personas con las que coincidamos en el camino sugerentes conversaciones llenas de anécdotas, de cosas fantásticas o de hechos conmovedores, momentos que solo surgen cuando hemos compartido muchos kilómetros pasando fatigas.
Me viene a la memoria la confesión de un solitario peregrino que para mi sorpresa llevaba dos credenciales (las que necesitaremos para alojarnos en los albergues y las que darán fe de nuestro recorrido.) Ante mis preguntas, amablemente me explicó que una de ellas llevaba el nombre de un amigo, con quien pensaba realizar el camino y a causa de un fatal accidente de tráfico falleció. Por cada albergue en el que pernoctaba solicitaba que le pusieran dos sellos, uno en su credencial y otro en la del amigo ausente, ya que su intención era regalar a la vuelta del camino dicha credencial a los padres de su amigo fallecido, cumpliendo así, de esta manera, el último viaje que nunca realizó.
Muchos de ustedes pueden que se pregunten que etapa del camino resulta más dura. Evidentemente esto depende de las condiciones particulares de cada uno, de las condiciones meteorológicas o incluso del estado de ánimo que se tenga en ese momento.
En mi caso recuerdo varias jornadas especialmente duras, tanto por los kilómetros acumulados como por las temperaturas extremas que rondaban los cuarenta grados.
Atravesar Los Monegros en una sola jornada, desde Bujarloz hasta Fuentes de Ebro fue algo realmente extremo, ni siquiera sirvió de consuelo el hacer un pequeño alto en el camino para comer en Pina de Ebro y después como un espejismo, al caer la noche, dormir en Texas, exótico nombre para una matriarcal fonda en mitad del camino.
Del mismo modo realizar en dos jornadas el tramo que va desde Carrión de los Condes hasta León, con una pequeña lesión en un pie que sufrí a mitad de camino, se convirtió en algo muy duro. Tanto que al llegar al Alto del Portillo, desde donde se puede contemplar a vista de pájaro la ciudad de León, fue para mi, y seguro que para cualquiera que haya realizado el camino desde su comienzo una alegría tan grande como la que se puede experimentar al contemplar Santiago desde el Monte do Gozo.
Muchas veces la dureza del camino se acentúa por la sensación de soledad, por discurrir por parajes por donde no se ve ni un alma. Claro que siempre hay excepciones, se pueden imaginar quien se acercó a mí cuando estaba haciendo un alto por Los Monegros, a la sombra de las paredes de la Venta de Santa Lucía,y que desesperadamente comprobé que estaba cerrada los sábados, por ser su día de descanso,………….. efectivamente, la pareja de la Guardia Civil.
Creo conveniente, a raíz del comentario anterior, señalar algo que puede serles de utilidad. Se trata de la comida y bebida que nos puede servir en casos extremos.
No está demás llevar en la mochila uno sobres de papilla, de la que podemos comprar para los bebés en las farmacias.
Cuando la jornada se hace demasiado larga, cuando llegamos a un pueblo después de una dura jornada y todos los comercios están cerrados o cunado tengamos que pernoctar en mitad del campo, con los sobres de papilla y agua de nuestra cantimplora podemos en poco tiempo conseguir una reconstituyente comida que nos dará fuerzas para el día siguiente.
Si además vamos a atravesar un paraje extremadamente seco, solitario, con fuerte calor y pocos o ningún punto de avituallamiento, junto con el agua resulta imprescindible llevar abundante fruta jugosa( uvas, melocotones, ciruelas etc.) que nos regenera rápidamente con su agua biológica y sus vitaminas y por supuesto nada de meterse el hueso a la boca, atragantarse en mitad del páramo puede tener trágicas consecuencias.
Algo que no es necesario mencionar , porque ya forma parte consustancial a nosotros pero que es tremendamente útil, se trata del teléfono portátil. Con él podremos reservar anticipadamente alojamiento y planificar las visitas y paradas en los pueblos y ciudades para ver todo sus museos, catedrales, iglesias etc.
Comento esto pues resulta triste que por un error de cálculo llegues a una ciudad en la cual solo puedes emplear un día por tener poco tiempo disponible y comprobar como me ocurrió, que Zaragoza no se rinde,……. pero cierra los lunes.
Junto a las jornadas que resultaron especialmente duras aunque bellas, también se acumulan otras donde solo quedan buenos recuerdos. En mi caso, resultó especialmente grato el día que llegué a Alfaro después de la caminata , al caer la tarde y contemplar tomando un café como numerosas cigüeñas se peleaban por coronar los tejados de la maravillosa colegiata (un espectáculo que no hay que perderse ) y para rematar una magnífica exposición que pude contemplar, en el centro cultural de la Plaza de España sobre otros caminantes, sobre los pastores trashumantes,( sus costumbres, su ropa, sus utensilios de trabajo, sus cabañas ) aquellos que hacían un camino de ida y vuelta, aquellos que
«Cuando van por los caminos
Trabajos, miserias y ansias
Y cuando llegaba la noche
A dormir en la cañada
En la posada la estrella
Porque así no se pagaba»
Pocas noches de luna llena fueron tan misteriosas como la que pasé en las bellísimas ruinas del convento de San Antón, cerca de Castrojeriz , donde fui recibido amablemente por la hospitalera, que tras regalarme con una sabrosa cena, me habló de la Orden de San Antón, que curaba la enfermedad que llamaban «fuego de San Antón».
Incluso no faltan anécdotas jocosas, como la acontecida en una bonita ciudad de la provincia de Lérida. No encontrando albergue para pasar la noche, busqué descansar mis doloridos huesos en un apartado hotel. Para mi sorpresa, en dicho hotel se celebraba una boda, y por la noche, ya en mis aposentos, me fue imposible dormir pues mi habitación quedó atrapada entre las de los novios y las de sus jóvenes invitados.
A las siete en pie, cansado, insomne pero contento de comprobar que la vida continuaba con verdadera pasión.
En fin, no pretendo alargar más un relato que podría ser la historia interminable, si ustedes se deciden por recorrerlo, por participar en una aventura que les unirá para siempre con millones de personotas de todos los rincones, de todas las nacionalidades y de todos los tiempos, les aseguro que entonces comprenderán porqué el camino de Santiago es el camino de las estrellas.
Como les dije el camino » engancha » y raro es la persona que no repite. Por mi parte ya estoy pensando en el próximo verano (si bien es cierto que no es la mejor época por el exceso de calor y de peregrinos.) Trataré de realizar el camino mozárabe de Santiago, recorrer desde Sevilla hasta la capital compostelana por las rutas milenarias de la Vía de la Plata ¿y para el año siguiente? Quizá el Camino de Madrid a Santiago(pasando por Segovia, Coca, Valladolid y Sahagún )¿y después? Quizá el Camino del Norte, recorriendo la costa ¿y después? Podría ser interesante hacer el Camino Portugués ¿y después? Pues hombre, no se, quizá ir desde Cádiz a Vladivostok, total ya puestos………
¿Dónde empieza el Camino?
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