por Begoña Doutón
IES Sierra de Guadarrama
Desde la Antigüedad, la preocupación por la belleza queda patente en todas las culturas a través de los legados que han llegado hasta nosotros. No es muy difícil recordar los testimonios que nos ha dejado la civilización egipcia al respecto. Según la tradición popular, la mascarilla de Cleopatra consistía en mezclar una cucharada de leche sin cocer y una cucharada de miel y dejar actuar quince minutos; también es muy conocida en esta cultura la mascarilla de la reina Mariman, que las mujeres egipcias usan desde tiempos remotos: consiste en guardar cuatro o cinco cáscaras de huevo, después de haberles retirado la piel que llevan adherida, y ponerlas a secar varios días, machacarlas hasta lograr un polvo fino que se puede mezclar con agua y aplicar como mascarilla. También en las distintas culturas han pasado de madres a hijas fórmulas antiquísimas que hasta hoy perduran, de tratamientos de belleza naturales, como las famosas mascarillas faciales realizadas en el norte de África con ingredientes propios de la zona, como el FAL que es una especie de arcilla endurecida de origen volcánico, de la que hay que cortar el tamaño de una nuez y calentar al sol, o en su defecto al baño maría y mezclar con tres partes de agua.
La forma de entender la belleza varía a lo largo del tiempo y las modas que se van imponiendo; sin embargo, observamos que hay algo común en la belleza que traspasa todas las épocas y modas y que hace que la apreciemos a pesar de vivir en distintas culturas, de tener distintos gustos,… Parece ser que uno de esos elementos integrantes de la belleza es la armonía.
La armonía en las formas permite lograr un equilibrio que nos transmite esa belleza intemporal. A veces, la Naturaleza nos proporciona este equilibrio y entonces no es preciso adornarla ni buscar complicados efectos ópticos que la amolden a nuestros gustos; pero esto ocurre sólo algunas veces. En muchos casos queremos mejorar nuestra imagen y para lograrlo y no recurrir a soluciones drásticas, la Estética nos puede ayudar. Lo que se pretende con la Estética es lograr una armonía de las formas que nos ayude a lograr ese equilibrio ideal que aporte belleza.
El campo objeto de la Estética es muy amplio, ya que abarca el cuidado y la belleza de todo el cuerpo; pero, ahora nos centraremos la atención sólo en el rostro, por ser una de nuestras mejores cartas de presentación, y en las que la Estética nos puede ayudar más fácilmente a lograr ese equilibrio.
En primer lugar, es fundamental la base sobre la que vamos a trabajar y esta base es nuestra piel. Se puede tener una buena predisposición genética que nos aporte esa base, sin arrugas o impurezas; pero lo que sí está claro es que hay muchos factores ambientales que perjudican la salud de nuestra piel, como la contaminación y el humo del tabaco, que reducen la luminosidad de ésta y la vuelven apagada. El uso de cosméticos no adecuados o demasiado agresivos para algunos tipos de pieles pueden producir piel enrojecida, descamación y otras complicaciones. ¿Cómo podemos ayudar a nuestra piel?
En primer lugar, nuestra piel necesita hidratación, pero no sólo desde el exterior mediante el uso de cremas, sino también, e incluso más importante el beber agua (lo recomendable más o menos unos dos litros diarios) ayuda mucho al aspecto luminoso de la piel. Si el problema es de rojeces o descamación, tendremos que revisar si existe algún problema de salud, o en la mayoría de los casos, ver si estamos aplicándonos productos demasiado agresivos para nuestro cutis.
Cada persona es distinta, y por tanto, no existen dos pieles iguales, no podemos fiarnos de una crema que nos haya recomendado alguien porque quizás a nuestra piel no le vaya bien. Es muy interesante, en este apartado tratar de la Cosmética Natural, que se basa en la elaboración de cosméticos a base de productos naturales, y evitando en la medida de lo posible la utilización de productos químicos, y sobre todo de aquellos en los que existe alguna duda sobre su nocividad; hay que recordar que la piel es permeable y por tanto a su través pueden introducirse sustancias peligrosas, que se pueden acumular en nuestro cuerpo. Una buena crema hidratante puede elaborarse a base de aceites de distintos tipos, agua enriquecida con alguna infusión de plantas naturales que aproveche los beneficios que nos proporcionan las plantas, también se incorpora cera de abeja, manteca de cacao… Si nos decantamos por este tipo de cosméticos hay que tener la precaución de cuidar nuestra piel a la exposición prolongada al sol, ya que carecen de filtros químicos solares, sobre todo si se trata de una piel madura en la que pueden aparecer manchas, si ya han aparecido, se puede frotar la piel con aceite de ricino.
En el caso de las impurezas, es fundamental el uso de productos adecuados, y sobre todo, mantener mucha higiene; aunque a veces, sobre todo pasada la adolescencia, la aparición de quistes en el rostro puede estar asociada a otras patologías. Para solucionar este problema las limpiezas de cutis periódicas mejoran notablemente el aspecto de la piel, aunque al principio puedan aparecer efectos “rebote” que se solucionan alargando el tiempo entre limpiezas.
Sobre el lienzo de la piel se pueden ahora equilibrar las formas y para ello necesitamos ser un poco críticos con nosotros mismos. Dentro del rostro, el primer elemento que podemos modificar es la forma de nuestras cejas. Así, en la cara triangular, las cejas se delinean en forma de ala; en la cara cuadrada, las cejas serán angulares y espesas; en la cara rectangular, de la misma forma, también las cejas serán angulares y espesas, aunque no se recomienda que sean muy largas. En la cara trapecio (más estrecha en las sienes que en los maxilares), las cejas serán horizontales y cortas. En la cara redonda, las cejas serán en forma de arco; en la cara larga, las cejas serán finas y horizontales.
Además de atender a la forma de la cara, las cejas deben armonizar con la forma de los ojos. Los ojos demasiados salientes deben contrarrestarse con unas cejas espesas y largas. Unos ojos hundidos por el contrario, se acompañarán de unas cejas finas y cortas. Unos ojos caídos necesitarán la ayuda visual de unas cejas levantadas; unos ojos demasiado redondos, unas cejas espesas y largas. Para unos ojos muy unidos, se recomienda depilar las cejas en el entrecejo; y por el contrario, si están demasiados separados, juntar las cejas en el entrecejo (incluso dibujándolas con lápiz de cejas si fuese necesario).
Si además incorporamos la ayuda del maquillaje, las posibilidades de corrección se amplían poderosamente. Un buen maquillaje debe comenzar con la ayuda de unos buenos correctores, en crema o líquidos, que al menos serán de dos tonos, uno claro y otro oscuro para jugar con la luz y crear distintos efectos ópticos. El claro sirve para aumentar o aclarar y el oscuro para hundir zonas del rostro. Para definir la forma del rostro, podemos ayudarnos de un espejo, y después de retirar el cabello del rostro, analizar críticamente su contorno (una buena opción es dibujar el borde sobre el espejo) y ver a qué figura geométrica se asemeja (círculo, cuadrado, rectángulo, trapecio, triángulo). Una vez clasificada, y partiendo de que la forma ideal del rostro es la de un triángulo con vértices en las sienes y la barbilla, el resto de figuras tratará de aproximarse a ésta ayudándonos de los contrastes de luz y equilibrando las distintas formas para lograr el triángulo ideal.
Según las formas de cara, y ayudándonos del maquillaje, tratamos de conseguir la armonía que transmite la belleza. En la cara cuadrada, las cejas serán angulares y espesas, las sombras de ojos también en forma angular, con máscara de pestañas abundante, el colorete en forma de triángulo con un vértice hacia arriba, el labio superior se maquilla en forma triangular y el inferior cuadrado. Las correcciones serán oscuras en el óvalo facial y claras en la parte media del rostro.
La cara en forma de trapecio se caracteriza por tener la frente más estrecha que los maxilares; en este caso las cejas deben ser horizontales y cortas y las sombras de ojos serán oscuras en la parte interna del párpado. El colorete se dibujará en forma de arco para dar volumen hacia delante. El labio superior poco marcado y el inferior redondeado. Las correcciones serán oscuras en el óvalo y claras en la barbilla y en las sienes.
En la cara larga, de frente despejada y barbilla alargada, las cejas serán horizontales y las sombras de ojos se dibujarán en horizontal también, se aplicará poca máscara de pestañas, el colorete en este caso, irá en mitad de la mejilla hacia la sien. El labio superior poco marcado y el inferior redondeado y más grueso. En cuanto a las correcciones serán claras en el óvalo y oscuras en la barbilla.
La cara redonda acepta cejas y sombras en forma de arco, aplicando abundante máscara de pestañas, el colorete se dibujará en forma de triángulo con un vértice hacia abajo. El labio superior se dibujará arqueado y el inferior poco marcado y más fino. Las correcciones oscuras van en el óvalo y las claras en la parte media del rostro.
La cara triangular es como hemos dicho la forma ideal en maquillaje, en este caso no hay correcciones, solamente se potenciará esta forma. Para esto, las cejas que serán en forma de ala, conducen a las sombras de ojos en la misma dirección y si es posible en tres colores. Se aplicará abundante máscara de pestañas. En el colorete se pueden utilizar dos tonos, uno más claro encima del pómulo y otro oscuro debajo para hundir. El labio superior se maquilla en forma de corazón y las comisuras marcadas ligeramente hacia arriba (evitando un efecto demasiado teatral). El labio inferior se dibuja redondeado y más corto que el superior.
En la cara rectangular, las cejas serán ligeramente angulares, con las sombras de ojos siguiendo la dirección de las cejas. La máscara de pestañas se aplicará generosamente. En cuanto al colorete, siempre en dirección a la sien pero ancho. El labio superior ligeramente angular y el inferior redondeado. Las correcciones serán oscuras en la barbilla y los temporales y claras en el óvalo.
De todas formas, lo más importante no es el uso de cremas o de maquillaje más o menos sofisticado, la belleza que más armonía transmite es la que parte de nuestro interior. Una persona que se quiere a sí misma, pasea segura por la vida y transmite a los demás, equilibrio y alegría.
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